EL DIOS QUE YO CONOZCO

29 marzo

Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Génesis 1: 27).

Creó Dios al hombre
El relato de la realización del propósito divino se expresa en una forma de poesía hebrea, común a todos los libros poéticos del AT, en los cuales el pensamiento expresado en la primera parte de una estrofa se repite con ligeras variaciones de palabras, pero no en el significado, en la segunda o aun en la tercera parte de la estrofa, como es el caso en nuestro versículo:

"Creó Dios al hombre a su imagen,

a imagen de Dios lo creó;

varón y hembra los creó".

Moisés, que nos ha dado otros ejemplos de su habilidad poética (Éxodo 15; Deuteronomio 32, 33; Salmo 90), fue el primero de todos los escritores inspirados que se refirió a las admirables obras de Dios con palabras poéticas. Cuando había llegado en su registro al punto de narrar la creación del hombre, la corona de la obra de Dios en esta tierra, dejó el estilo narrativo ordinario y empleó poesía.

A su imagen
Es digno de notarse el uso del singular "su". El plural del vers. 26 revela que la Deidad posee pluralidad en la unidad, al paso que el vers. 27 hace resaltar que la pluralidad de Dios no niega su unidad.

Varón y hembra
Se introduce un nuevo elemento en la información dada en cuanto a la creación del hombre al mencionar la diferencia de sexo. Las dos palabras "varón" y "hembra" son traducciones de adjetivos hebreos que indican el sexo de dos individuos.

La bendición de la fertilidad pronunciada sobre los animales (vers. 22) implica que también deben haber sido creados con diferencias sexuales, pero no se menciona este hecho. Probablemente existía una razón especial para mencionarlo en relación con la creación del hombre. Esa razón puede deberse a que únicamente en el hombre la dualidad de sexos culmina en la institución de un santo matrimonio.

En los versículos 26 y 27 se expone con claridad el origen de la raza humana; y el relato divino está tan claramente narrado que no da lugar a conclusiones erróneas. Dios creó al hombre conforme a su propia imagen.

No hay en esto misterio.

No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas.

Los hombres están tan resueltos a excluir a Dios de la soberanía del universo que rebajan al hombre y le privan de la dignidad de su origen.

El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida.

La genealogía de nuestro linaje, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador. Aunque Adán fue formado del polvo, era el "hijo de Dios." (Lucas 3: 38).