EL DIOS QUE YO CONOZCO

04 abril

Génesis 1:29, 30 He aquí que os he dado toda planta

"Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así (Génesis 1: 29, 30).

Toda planta
Luego se hizo provisión para el sustento del recién nombrado monarca y de sus súbditos. Sabemos por el registro divino que el hombre había de comer tanto de los productos del campo como de los árboles. En otras palabras, cereales, frutas oleaginosas y las otras frutas. Los animales habían de comer "toda planta verde": verduras y pasto.

La redacción de esta orden revela que no era la voluntad de Dios que el hombre matara animales para alimentarse, o que los animales debieran devorarse entre sí. Por lo tanto, la violenta y a veces penosa destrucción de vida hecha por hombres y animales es un resultado de la entrada del pecado en el mundo. Sólo después del diluvio Dios dio permiso al hombre de comer carne de animales (cap. 9: 3). Aun las leyendas paganas hablan de una edad áurea, de inocencia, cuando el hombre se abstenía de matar animales (Ovidio, Metamorfosis, I. 103-106).

Que ningún animal de especie alguna comía carne al principio se puede inferir del anuncio profético en Isaías 11: 6-9; 65: 25, del estado de la tierra nueva, donde la ausencia del pecado y la transformación completa del mundo al convertirse en el reino de Dios estarán acompañadas por el cese de toda matanza de las criaturas de Dios:

"Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11: 6-9).

"El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová" (Isaías 65: 25).

La clara enseñanza de las Escrituras de que la muerte entró en el mundo por el pecado muestra palmariamente que el propósito original de Dios era que ni el hombre ni los animales quitaran la vida para proveerse de alimentos.

Todos los argumentos basados en la premisa de que es necesario matar animales para frenar su aumento excesivo, son de valor dudoso. Es fútil especular con lo que habría sucedido en este mundo si los animales y los seres humanos se hubieran multiplicado sin control, perpetuamente.

Ciertamente, Dios había trazado sus planes para hacer frente a eventualidades cuando se presentaran. Esos planes no nos han sido revelados porque el pecado entró en el mundo antes de que surgiera la necesidad de frenar una reproducción excesiva (vers. 28).