EL DIOS QUE YO CONOZCO

20 marzo

Génesis 1:14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos

"Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años" (Génesis 1: 14).

Haya lumbreras
"Lumbreras", me'oroth, no es lo mismo que "luz", 'or de los vers. 3 y 4. Significa fuentes de luz, recipientes de luz, luminarias. La expresión de que están colocadas en el firmamento, o la expansión de los cielos, se presenta porque es allí donde las ven los habitantes de la tierra.

Para separar el día de la noche
Para regular y continuar de allí en adelante con la diferencia entre luz y tinieblas, diferencia que había existido desde que Dios decretó que hubiera luz en el primer día.

De señales
Estos cuerpos celestes señalaron actos especiales del favor de Dios o de su desagrado, como en los días de Josué (Josué 10: 12, 13) y de Ezequías (2 Reyes 20: 11) y en el día de la crucifixión (Mateo 27: 45). La caída de "las estrellas" sirvió como una de las señales de la segunda venida de Cristo (Mateo 24: 29).

Algunos han pensado erróneamente que todos los cuerpos celestes fueron también designados para determinar los destinos individuales de los hombres. Los astrólogos han recurrido a este versículo para justificar su práctica. Sin embargo, la Biblia se opone tan decididamente a cualquier forma de adivinación o predicción de la suerte, que debe rechazarse enfáticamente el pensamiento de que Dios puso el sol, la luna y las estrellas para servir como guías a los astrólogos para que predijeran los asuntos y el destino humanos.

Jeremías advierte a los hebreos que no teman las señales de los cielos ante las cuales temblaban los paganos con terror inútil (Jeremías 10: 2), e Isaías habla con mofa e ironía contra los astrólogos, los contempladores de estrellas y adivinos, en cuyo consejo es necio e impío confiar (Isaías 47: 13, 14).

Aunque la superstición de leer el destino del hombre en las estrellas nunca se arraigó entre los antiguos israelitas, ellos no tenían suficiente fortaleza moral, en términos generales, para resistir el ejemplo de adoración de los astros de sus vecinos paganos (Jeremías 19: 13; Ezequiel 8: 16; Sofonías 1: 5).

Para las estaciones
Los períodos de fiesta anuales y otras ocasiones definidas habían de regularse por el movimiento de los cuerpos celestes (Salmo 104: 19; Zacarías 8: 19). Esos cuerpos tienen además una determinada influencia periódica sobre la agricultura, la navegación y otras ocupaciones humanas, tanto como sobre el curso de la vida animal y vegetal, como por ejemplo el tiempo de la procreación de los animales y la migración de las aves (Jeremías 8: 7).

Para días y años
Los días y los años están fijados por el movimiento de la tierra en relación con el sol, que junto con el de la luna ha proporcionado a los hombres de todos los siglos la base de los calendarios: lunar, solar, o una combinación de ambos.