"Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" (Génesis 2: 2).
En el día séptimo
Se han hecho varios intentos para resolver la aparente dificultad entre el vers. 1 y el vers. 2: uno declara que la obra de Dios fue terminada en el sexto día y el otro en el séptimo día.
La LXX y las versiones samaritano y siríaca han elegido el camino más fácil para resolver el problema, sustituyendo con la palabra "sexto" la palabra "séptimo" del texto hebreo donde se la usa por primera vez. Algunos comentadores están de acuerdo con este cambio, pensando que la palabra "séptimo" del texto hebreo es un error de copista. Sin embargo, al proceder así infringen una de sus propias reglas básicas de crítica textual: que la más difícil de dos lecturas posibles es generalmente la original.
"Acabó", yekal. Algunos eruditos, comenzando con Calvino, han traducido yekal como "había acabado", lo que es gramaticalmente posible. Otra interpretación considera que la obra de la creación fue terminada tan sólo después de la institución del día de reposo. La terminación consistió pasivamente en la cesación de la obra creadora y positivamente en la bendición y santificación del día séptimo. La cesación, en sí misma, formó parte de la terminación de la obra.
Reposó
El verbo "reposó", shabath, significa literalmente "cesar" de una labor o actividad (ver Génesis 8: 22; Job 32: 1, etc.).
Como un artífice humano completa su obra cuando la ha llevado hasta su ideal y entonces cesa de trabajar en ella, así también, en un sentido infinitamente mayor, Dios completó la creación del mundo cesando de producir algo nuevo, y entonces "reposó".
Dios no descansó porque lo necesitara:
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. (Isaías 40: 28).
Por lo tanto, el reposo de Dios no fue el resultado ni del agotamiento ni de la fatiga, sino el cesar de una ocupación anterior.
Debido a que la frase usual "tarde fue, mañana fue, el séptimo día" no aparece en el Libro Sagrado, algunos expositores bíblicos han pretendido que el período de descanso no continuó únicamente durante 24 horas -como cada uno de los seis días precedentes- sino que comenzó al terminar el sexto día de la creación y continúa todavía. Pero este versículo refuta tal punto de vista. Este no es el único texto de las Escrituras que impresiona al lector imparcial con el hecho de que el descanso de Dios sólo se efectuó durante el séptimo día, pues el Decálogo mismo declara palmariamente que Dios, habiendo trabajado seis días, descansó el séptimo día de la semana de la creación:
"Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Éxodo 20: 11 RV- 1995).
De acuerdo con las palabras del texto, los seis días de la creación fueron días terrestres de duración común. Ante la ausencia de cualquier clara indicación contraria, debemos entender de la misma manera el séptimo día, y más todavía puesto que en cada pasaje donde se menciona como la razón del día de reposo terrestre, es considerado como un día común:
"Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó... Para siempre será una señal entre mí y los hijos de Israel, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó" (Éxodo 20: 11; 31: 17 RV-1995).