EL DIOS QUE YO CONOZCO

01 mayo

Génesis 2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra

"Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal" (Génesis 2: 9).

Todo árbol
En la preparación de la maravillosa morada del hombre se prestó atención al ornamento tanto como a la utilidad. Se proporcionó toda especie de vegetación que pudiera servir para suplir las necesidades del hombre y también para su deleite. Flores, árboles y arbustos regalaban sus sentidos con su fragancia, deleitaban sus ojos con sus formas exquisitas y colorido encantador y satisfacían su paladar con su fruto delicioso. El Edén se convirtió para siempre en el símbolo del concepto más elevado del hombre en cuanto a excelencia terrenal.

También el árbol de vida
El orden en que aparecen estas palabras, como si se tratara de una idea tardía, nos parece extraño en el contexto de un idioma moderno. Esto ha inducido a algunos eruditos a sostener que la última mitad del vers. 9 es o una adición posterior o una corrupción del original. Pero esta disposición, que parece extraña al traducirse al castellano, es común en hebreo. No proporciona la menor excusa para dudar de la pureza del texto tal como lo tenemos. Por ejemplo, el pasaje del cap. 12: 17 dice literalmente: "El Señor plagó a Faraón con grandes plagas y a su casa". Otros ejemplos de esta misma construcción de las sentencias, aunque no son tan reconocibles en las versiones castellanas, se pueden encontrar en Génesis 28: 14; Números 13: 23; Deuteronomio 7: 14.

Al comer del árbol de la vida, Adán y Eva iban a tener la oportunidad de expresar su fe en Dios como el sustentador de la vida, así como al guardar el sábado demostraban fe en su Creador y lealtad a él. Con ese propósito, Dios había dotado al árbol con una virtud sobrenatural. Su fruto era un antídoto para la muerte y sus hojas servían para el sostén de la vida y la inmortalidad. Los hombres continuarían viviendo mientras pudieran comer de él.

Uno de los árboles fue llamado el árbol de "vida", literalmente "la vida", hajayyim.

El hecho de que esta palabra sea plural en su forma, se explica reconociéndola como un plural de abstracción; el artículo definido indica que este árbol tenía algo que hacer con "la" vida como tal. Es decir, que se obtendría o preservaría la vida al consumir su fruto. Sin embargo, los otros árboles del huerto, siendo buenos "para comer" también estaban destinados a sustentar la vida.

Si un árbol se distingue de los otros por el extraordinario nombre de "árbol de vida", sus frutos deben haber tenido el propósito de mantener la vida de una manera diferente de los otros árboles y con un valor resaltante. La declaración de que comer del fruto de este árbol haría que el hombre viviera "para siempre" (cap. 3: 22) muestra que su valor difería enteramente del de los muchos otros árboles útiles del huerto.

El árbol de la ciencia del bien y del mal
El nombre del segundo árbol es "el árbol de la ciencia del bien y del mal". El artículo "la" antes de la palabra "ciencia" significa que el árbol no podía proporcionar cualquier clase de conocimiento, sino sólo un cierto y triste conocimiento del "mal" en contraste con el "bien".

Los nombres de estos árboles son importantes. En ambos casos, la palabra "árbol" se relaciona con términos abstractos: vida y ciencia. Esto no es una razón para declarar que estos dos árboles no existieron, sino que les atribuye más bien derivaciones espirituales.

Aunque el "arca del pacto" era una pieza real del mobiliario del templo, de todos modos recibía un nombre que tenía importancia religiosa. La sangre del pacto derramada por el Salvador en favor de nosotros también fue una sustancia muy real.

De modo que los dos árboles deben ser considerados como árboles verdaderos con propósitos importantes que cumplir; esos propósitos físicos y morales estaban indicados claramente por sus nombres.