EL DIOS QUE YO CONOZCO

24 marzo

Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre

"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Génesis 1: 26).

Hagamos al hombre
Desde el mismo principio, el Registro Sagrado proclama la preeminencia del hombre por encima de todas las otras criaturas de la tierra. El plural "hagamos" fue considerado casi unánimemente por los teólogos de la iglesia primitiva como que indica a las tres personas de la Deidad. La palabra "hagamos" requiere, por lo menos, la presencia de dos personas que celebran un consejo. Las declaraciones de que el hombre había de ser hecho a "nuestra" imagen y fue hecho "a imagen de Dios", llevan a la conclusión de que los que celebraron consejo deben ser personas de la misma Deidad.

Esta verdad, implícita en varios pasajes del AT, tales como el que hemos tratado aquí y Gén. 3: 22; 11: 7; Daniel 7: 9, 10, 13, 14; etc., está plena y claramente revelada en el NT, donde se nos dice en términos inconfundibles que Cristo, la segunda persona de la Deidad -llamada Dios por el Padre mismo (Hebreos 1: 8)- estuvo asociada con su Padre en la obra de la creación. Textos como Juan 1: 1-3, 14; 1 Corintios 8: 6; Colosenses 1: 16, 17; Hebreos 1: 2 no sólo nos enseñan que Dios el Padre creó todas las cosas por medio de su Hijo sino que toda vida es preservada por Cristo.

Aunque es cierto que esta luz plena de la verdad no brilló sobre estos textos del AT, previos a la revelación contenida en el NT, y que la comprensión precisa de las diferentes personas de la Deidad no fue tan fácilmente discernible sólo por los pasajes del AT, la evidencia inicial de la existencia de Cristo, en el tiempo de la creación, como colaborador con su Padre, se halla en la primera página de la Biblia.

Estos textos no ofrecen dificultad para los que creen tanto en la inspiración del AT como del NT, en vista de que una parte explica la otra y que ambas se ensamblan armoniosamente como las piedras de un bello mosaico.

No sólo los vers. 26 y 27 indudablemente contienen indicios de la actividad de Cristo como la segunda persona de la Deidad en la obra de la creación, sino que el vers. 2 menciona al Espíritu Santo como colaborando en la misma obra. Por lo tanto, tenemos fundamento para declarar que la primera evidencia del sublime misterio de la Deidad se encuentra en la primera página de la Biblia, misterio que se presenta con luz más clara cuando la pluma de la inspiración de los diferentes autores de los libros de la Biblia fue movida a revelar más plenamente esta verdad.

La palabra "hombre" es 'adam en hebreo, la misma palabra empleada para nombrar al padre de la raza humana (cap. 5: 2). Su significado se ha explicado de diversas formas. Describe ya sea su color, de 'adam "ser rojo"; o su apariencia, de una raíz arábiga que significa "brillar", haciendo de Adán "el brillante"; o su naturaleza como la imagen de Dios de dam, "semejanza"; o -y lo que es más probable- su origen: "el suelo", de 'adamah, "el del suelo".

"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra" (Efesios 3: 15).

Amor infinito; ¡cuán grande es! Dios hizo el mundo para agrandar el cielo. Desea una familia más grande de seres inteligentes creados.