GÉNESIS - Bereshith ("en el principio")
"Libro de la creación del mundo"
EL DIOS QUE YO CONOZCO
19 junio
Génesis 4:7. "¿No hay acaso un alivio si tú haces bien?"
"Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo." (La Biblia de las Américas).
"¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar." (Biblia de Jerusalén).
Si bien hicieres
Este versículo presenta ciertas dificultades lingüísticas que han inducido a algunos comentadores modernos a pensar que el error de un copista cambió el texto hebreo. Los rabinos trataron de explicarlo arguyendo que la ofrenda de Caín fue rechazada porque no había seguido con exactitud las normas que regulaban los sacrificios y que con el tiempo constituirían el ritual levítico. Pero el contraste obvio entre los resultados de "hacer bien" y de "no hacer bien" eliminan la necesidad de una explicación tal. La primera cláusula dice literalmente: "¿No hay acaso un alivio si tú haces bien?" ¿Qué se aliviaría? ¿La carga de la culpa, o el semblante?
La expresión "levantar el rostro" como equivalente de "estar gozoso o ser inocente" es común en hebreo (Job 11: 15; 22: 26; 2 Sam. 2: 22), y probablemente aparece aquí en una forma abreviada como un complemento de la declaración precedente de que había decaído el rostro de Caín. Dios quería que Caín entendiera que si enmendaba su conducta y vivía de acuerdo con los preceptos divinos, ya no habría razón para que Dios mostrara su desagrado, y por lo tanto el rostro de Caín no tendría necesidad de manifestar ira y desengaño. Sin embargo, si Caín no cambiaba, si continuaba en la senda del mal, el pecado lo abrumaría. La expresión "el pecado está a la puerta" (asechando como una fiera) es probablemente un dicho proverbial (1 Ped. 5: 8).
Pecado.
Algunos han sugerido que la palabra hebrea traducida aquí "pecado", jatta'th, debiera traducirse "ofrenda por el pecado" tal como se lo hace casi en la mitad de los pasajes donde aparece en el AT (ver por ejemplo Exo. 30: 10; Lev. 4: 32; Núm. 7: 16, 22; etc.; cf. Ose. 4: 8; Heb. 9: 28; 2 Cor. 5: 21). Si así fuera, Dios habría dicho a Caín: "Si tú fueras inocente, tu [incruenta] ofrenda sería aceptable como una ofrenda de gratitud, ¿acaso no lo sería? Y cuando tú pecas, ¿no hay acaso una ofrenda para el pecado siempre a mano?"
Debe hacerse resaltar una dificultad que surge si se quiere traducir jatta'th como "ofrenda por el pecado". Jatta'th es en hebreo una palabra del género femenino, al paso que el vocablo robets, "está", es masculino. Este debiera ser femenino para concordar con jatta'th, que es su sujeto. Esta diferencia sugiere que Moisés estaba personificando el "pecado" como un animal feroz agazapado a la puerta y por eso eligió deliberadamente que robets concordara con el animal feroz masculino de su figura literaria más bien que con el sujeto en su sentido literal: "pecado" u "ofrenda", que en hebreo es femenino.
A ti será su deseo.
Esto no se puede referir a que Abel tuviera un "deseo" hacia su hermano mayor en el mismo sentido en que Eva lo tuvo hacia su esposo, es decir, aceptar su supremacía. Una explicación tal parecería discordar con el contexto y con los principios divinos.
Si se personifica al pecado como un animal feroz que está asechando a Caín, sería apropiado continuar la comparación traduciéndola tal como está en la Biblia de Jerusalén: "A la puerta está el pecado, como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar".
Tocaba a Caín escoger. Si confiaba en los méritos del Salvador prometido, y obedecía los requerimientos de Dios, gozaría su favor. Pero si persistía en su incredulidad y transgresión, no tendría fundamento para quejarse al ser rechazado por el Señor.
Génesis 4:6 ¿Por qué te has ensañado?
El que habla aquí es Dios. Él no había dejado de acercarse personalmente a los hombres después de haberlos expulsado del huerto. El rechazo de la ofrenda de Caín no significó necesariamente el rechazo de Caín mismo. Dios, con misericordia y paciencia, estaba listo para darle otra oportunidad. Aunque manifestó claramente su desagrado al rechazar la ofrenda, se presentó al pecador y razonó con él para persuadirlo del error de su proceder y de lo irrazonable de su ira.
Dios habló a Caín como a un niño caprichoso, para ayudarle a comprender claramente cuál era la verdadera motivación que asechaba como bestia salvaje, en su fuero interior. La pregunta "¿Por qué te has ensañado?" tenía el propósito de inducir a Caín a reconocer que su ira era ilógica. Debía comprender que Dios tenía una razón válida para rechazar su ofrenda. El mismo debía descubrir la causa del desagrado divino para eliminarla.
Cuán de cerca toma nota el Señor de cada acción, de todos los intentos y propósitos, sí, aun de la expresión del rostro. Esto, aunque el hombre no diga nada, expresa su negativa de seguir en el camino de Dios y cumplir con la voluntad divina. Bien podría preguntarnos el Señor, cuando no podamos seguir los impulsos de nuestro propio corazón rebelde y cuando estemos obligados a no realizar nuestra propia voluntad inicua y no santificada: "¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?"
Tales manifestaciones revelan que los hombres se irritan porque no pueden proceder de acuerdo con las artes y los ardides de Satanás, y tan sólo pueden manifestar un espíritu similar al de Caín.
30 mayo
Génesis 4:5b "Y se ensañó Caín en gran manera".
Caín notó la ausencia de una señal visible del agrado de Dios y de la aceptación de su ofrenda. Como resultado, se llenó de una ira reconcentrada y temeraria. Sintió un fiero resentimiento contra su hermano y hacia Dios. Se disgustó contra su hermano porque éste había decidido obedecer a Dios en vez de unírsele en rebelión contra él. Y se disgustó contra Dios porque el Señor no aceptó el sacrificio con que el hombre substituía al que había sido ordenado divinamente.
Indudablemente no experimentó dolor por el pecado, ni sintió necesidad de autoexaminarse ni de orar pidiendo luz o perdón. La conducta de Caín ejemplifica la de un pecador contumaz e impenitente cuyo corazón no es quebrantado por la corrección ni el reproche, sino que se hace más duro y rebelde aún.
Caín no ocultó sus sentimientos de frustración, desagrado e ira. Su rostro demostraba su resentimiento.
26 mayo
Génesis 4:5a "Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya"
En lo que se refiere al nacimiento y a la educación religiosa, estos hermanos eran iguales. Ambos eran pecadores, y ambos reconocían que Dios demandaba reverencia y adoración. En su apariencia exterior, su religión era la misma hasta cierto punto; pero más allá de esto, la diferencia entre los dos era grande.
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín" (Hebreos 11: 4). Abel comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador, y que el pecado y su pena de muerte se interponían entre su alma y la comunión con Dios. Trajo la víctima inmolada, la vida sacrificada, y así reconoció las demandas de la ley que había sido quebrantada. En la sangre derramada contempló el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz del Calvario; y al confiar en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de que era justo, y de que su ofrenda había sido aceptada.
Caín tuvo la misma oportunidad que Abel para aprender y aceptar estas verdades. No fue víctima de un propósito arbitrario. No fue elegido un hermano para ser aceptado y el otro para ser desechado. Abel eligió la fe y la obediencia; Caín, en cambio, escogió la incredulidad y la rebelión. Todo dependió de esta elección.
Sólo por los méritos de Jesús son perdonadas nuestras transgresiones. Los que creen que no necesitan la sangre de Cristo, y que pueden obtener el favor de Dios por sus propias obras sin que medie la divina gracia, están cometiendo el mismo error que Caín. Si no aceptan la sangre purificadora, están bajo condenación. No hay otro medio por el cual puedan ser librados del dominio del pecado.
Afirman algunos que la humanidad no necesita redención, sino desarrollo, y que ella puede refinarse, elevarse y regenerarse por sí misma. Como Caín pensó lograr el favor divino mediante una ofrenda que carecía de la sangre del sacrificio, así obran los que esperan elevar a la humanidad a la altura del ideal divino sin valerse del sacrificio expiatorio.
La historia de Caín demuestra cuál será el resultado de esta teoría. Demuestra lo que será el hombre sin Cristo. La humanidad no tiene poder para regenerarse a sí misma. No tiende a subir hacia lo divino, sino a descender hacia lo satánico. Cristo es nuestra única esperanza. "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4: 12).
La verdadera fe, que descansa plenamente en Cristo, se manifestará mediante la obediencia a todos los requerimientos de Dios. Desde los días de Adán hasta el presente, el motivo del gran conflicto ha sido la obediencia a la ley de Dios. En todo tiempo hubo individuos que pretendían el favor de Dios, aun cuando menospreciaban algunos de sus mandamientos.
Pero las Escrituras declaran:
"Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma". "No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?" (Santiago 2: 17, 22).
"El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Juan 2:4).
24 mayo
Génesis 4:4 "Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas"
Los primogénitos de sus ovejas.
El ritual de los sacrificios como fue presentado por Moisés requería derramar la sangre de los animales primogénitos sobre el altar y quemar su grasa sobre el fuego:
"Mas el primogénito de vaca, el primogénito de oveja y el primogénito de cabra, no redimirás; santificados son; la sangre de ellos rociarás sobre el altar, y quemarás la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor grato a Jehová" (Núm. 18: 17).
La ofrenda de Abel fue una demostración de fe:
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella" (Heb. 11: 4).
Por contraste, la ofrenda de Caín fue un intento de ganar la salvación por las obras. En el caso de Abel, la fe en el plan de la salvación y en el sacrificio expiatorio de Cristo se reveló en una obediencia sin reservas.
Con agrado.
Sha´já (shaah), "considerar con benevolencia".
"Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros"(Lev. 9:24);
"Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista" (Juec. 6: 2 1);
"Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja" (1 Rey. 18: 38);
"Y edificó allí David un altar a Jehová, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz, e invocó a Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto" (1 Crón. 21: 26);
"Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa" (2 Crón. 7: 1).
Notad que al aceptar Dios el sacrificio de Abel lo estaba aceptando a él personalmente. En realidad, en la narración se menciona primero la aceptación de Abel mismo antes de la aceptación de su ofrenda. Esto es una indicación de que Dios no estaba tan interesado en el sacrificio como en el que lo ofrecía.
04 septiembre
Génesis 4:3 "Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová"
31 agosto
Génesis 4: 2 "Después dio a luz a su hermano Abel"
24 agosto
Génesis 4: 1 "Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín"
"Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón" (Génesis 4: 1).
Por voluntad de Jehová he adquirido varón
En hebreo dice literalmente: "He adquirido un hombre, el Señor". Cuando Eva tuvo a su primogénito en sus brazos, indudablemente recordó la promesa divina del cap. 3: 15, y acariciando la esperanza de que él fuera el Libertador prometido, lo llamó Qáyin, "adquirido". ¡Vana esperanza! Su ávido anhelo de un rápido cumplimiento de la promesa evangélica encontraría el más amargo desengaño. No sabía que ése, su primer hijo, llegaría a ser el primer asesino del mundo.