"Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2: 18).
El hombre no fue creado para que viviese en la soledad; había de tener una naturaleza sociable. Sin compañía, las bellas escenas y las encantadoras ocupaciones del Edén no hubiesen podido proporcionarle perfecta felicidad. Aun la comunión con los ángeles no hubiese podido satisfacer su deseo de simpatía y compañía. No existía nadie de la misma naturaleza y forma a quien amar y de quien ser amado.
Los animales habían sido creados en multitudes o en grupos, pero el hombre fue creado como un individuo solitario. Sin embargo, no era el propósito de Dios que él estuviera solo largo tiempo. Como la soledad sería perjudicial para el bienestar del hombre, Dios le iba a dar una compañera.
Ayuda idónea para él
Esto es, apropiada para sus necesidades; para complementarlo.
Esto es, apropiada para sus necesidades; para complementarlo.