EL DIOS QUE YO CONOZCO

23 agosto

Génesis 3:24 "Echó, pues, fuera al hombre"

"Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3: 24).

Echó, pues, fuera al hombre

Al expulsar a Adán y a Eva del Edén y al enviarlos a ganarse la vida con el sudor de su frente, Dios realizó lo que debe haber sido para él, tanto como para Adán, un triste deber. Aun después de haber talado las selvas primitivas, siempre habría una lucha perpetua contra malezas, insectos y animales salvajes.

Querubines

No es claro el origen del sustantivo "querubín", pero la palabra querubín está probablemente relacionada con la palabra asiria karábu, "bendecir" u "orar". La Biblia presenta a los querubines como pertenecientes a la clase de seres que llamamos ángeles, especialmente los que están cerca de Dios y de su trono (Ezequiel 9: 3; 10: 4; Salmo 99: 1). Por eso las figuras de los querubines habían de estar encima del arca y en las cortinas del tabernáculo (Éxodo 25: 18; 26: 1, 31) y más tarde fueron esculpidos en las paredes y puertas del templo (1 Reyes 6: 29, 32, 35).

Una remembranza de seres celestiales que custodian el camino al árbol de la vida quizá se ha conservado en la antigua epopeya mesopotámica de Gilgamés, quien salió en procura de la "hierba de la vida", o inmortalidad. Del lugar donde había de encontrarse la "hierba de la vida", la epopeya informa que "hombres como escorpiones vigilan su portón, cuyo terror es terrible, el contemplarlos es muerte; su pavorosa gloria derriba montañas".

Los palacios asirios eran custodiados por grandes colosos alados llamados káribu, medio toros y medio hombres, tal vez una adulteración pagana del registro de los guardianes del paraíso instituidos por Dios, En los templos egipcios se encuentran numerosas representaciones de querubines, criaturas similares a seres humanos, con sus alas extendidas para proteger el sagrario de la deidad.

Una espada encendida

La luz siempre ha sido un símbolo de la presencia divina. Como tal, la Shekinah, gloria de Dios, aparecía entre los dos querubines, uno a cada lado del propiciatorio que cubría el arca del pacto en el lugar santísimo :

"Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel" (Éxodo 25: 22).

"Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra" (Isaías 37: 16).

La frase "una espada encendida" es más bien una traducción inexacta del hebreo que dice literalmente "un fulgor de la espada". No había ninguna espada literal que guardara el portón del paraíso. Más bien había lo que parecía ser el centelleante reflejo de luz de una espada "que se revolvía por todos lados" con gran rapidez, haciendo refulgir dardos de luz que irradiaban de un centro intensamente brillante. Además la forma del verbo hebreo, mithhappéketh, traducido en la RV "se revolvía por todos lados", significa en realidad "dándose vuelta a todos lados". Esta forma verbal se usa exclusivamente para expresar una acción reflexiva intensa y, en este caso, necesariamente significa que la "espada" parecía girar sola sobre sí misma. Esta radiante luz viviente no era sino la gloria de la Shekinah, la manifestación de la presencia divina.

21 agosto

Génesis 3:22, 23 "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros"

"Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado" (Génesis 3: 22, 23).

Como uno de nosotros
El hombre se había enterado de su castigo y del plan de redención, y se le habían proporcionado vestimentas. Por su desobediencia había conocido la diferencia entre el bien y el mal, al paso que Dios había procurado que obtuviera ese conocimiento mediante su espontánea cooperación con la voluntad divina.

La promesa de Satanás de que el hombre llegaría a ser "como Dios" tan sólo se cumplió en que el hombre ahora conocía algo de los resultados del pecado.

Alargue su mano
Inmediatamente después de la caída fue necesario evitar que el hombre continuara comiendo el fruto del árbol de la vida, para que no se convirtiera en un pecador inmortal. Por el pecado, el hombre había caído bajo el poder de la muerte. De manera que el fruto que producía la inmortalidad ahora sólo podía provocarle daño.

La inmortalidad experimentada en un estado de pecado, y por lo tanto en una desventura eterna, no era la vida que Dios concibió para el hombre. Negar al hombre acceso a ese árbol vivificador fue tan sólo un acto de misericordia divina que quizá Adán no apreció plenamente en ese tiempo, pero por el cual estará agradecido en el mundo venidero. Allí comerá eternamente del árbol de la vida por tanto tiempo perdido:

"En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones... Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad" (Apocalipsis 22: 2, 14).

Al participar de los emblemas del sacrificio de Cristo, tenemos el privilegio de comer por fe del fruto de aquel árbol, y de vislumbrar confiadamente el tiempo cuando podamos arrancar y comer su fruto con todos los redimidos en el paraíso de Dios.

Génesis 3:21 "Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió"

"Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió" (Génesis 3: 21)

Túnicas de pieles.

Antes de expulsar a Adán y a Eva del huerto, Dios les proporcionó vestimentas más durables, adecuadas para el trabajo físico que en adelante sería su ocupación, y como protección contra los cambios de temperatura del ambiente que seguirían a la caída. También las pieles eran un recordativo constante de su perdida inocencia, de la muerte como la paga del pecado y del prometido Cordero de Dios quien, por su propia muerte vicaria, quitaría los pecados del mundo.

El que había sido comisionado como protector de los animales creados, desgraciadamente ahora se encontró quitando la vida de uno de ellos. Estos debían morir para que él viviese.

El servicio de sacrificios, aunque no se menciona específicamente aquí, fue instituido en ese tiempo. El relato de los sacrificios de Caín y Abel, narrado en el capítulo siguiente, muestra que los primeros hijos de Adán y Eva estaban bien familiarizados con ese ritual. Si Dios no hubiera dictado reglamentaciones definidas respecto de los sacrificios, habría sido arbitraria su aprobación de la ofrenda de Abel y su desaprobación de la de Caín. Al no acusar Caín a Dios de parcialidad, ponía en evidencia que tanto él como su hermano sabían lo que era requerido.

La universalidad de los sacrificios de animales en los tiempos antiguos señala el origen común de esa práctica.

20 agosto

Génesis 3:20 "Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva"

"Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes" (Génesis 3: 20).

Llamó Adán el nombre de su mujer, Eva
Este versículo no es una confusa interpolación introducida en el contexto del relato de la caída y sus consecuencias, tal como sostienen algunos comentadores. En cambio muestra que Adán creía en la promesa concerniente a la "simiente" de la mujer, creencia que se revela en el nombre que dio a su esposa.

Eva, jawwah. Jawwah significa "vida". La LXX traduce esta palabra como ζωη [zôê] ("vida"):

και εκαλεσεν Αδαμ το ονομα της γυναικος αυτου Ζωη οτι αυτη μητηρ παντων των ζωντων

El término jawwah es una antigua forma semítica que también se encuentra en arcaicas inscripciones fenicias; sin embargo ya no se usaba en hebreo en el tiempo cuando se escribió el Pentateuco. Se ha considerado esto como una indicación de que Adán hablaba un antiguo idioma semítico. Si Moisés hubiese usado un equivalente hebreo de su época, habría escrito el nombre de la mujer jayyah, en vez de jawwah; pero al dar el nombre usando una palabra arcaica, revela que su conocimiento se remonta al pasado remoto. La palabra jawwah fue transliterada Ευα [Eua] en Génesis 4: 1, en la LXX:

Αδαμ δε εγνω Ευαν την γυναικα αυτου και συλλαβουσα ετεκεν τον Καιν και ειπεν εκτησαμην ανθρωπον δια του θεου

De allí viene nuestra palabra "Eva".

Ella era madre
Adán dio a su esposa el nombre de "la que vive". Lo hizo por fe, porque veía en ella a la "madre de todos los vivientes", en un momento cuando su sentencia de muerte acababa de ser pronunciada. También contempló más allá de la tumba, y vio en la simiente prometida a su mujer a Aquel que devolvería a ellos y a sus descendientes la inmortalidad que habían perdido legalmente ese día. En vez de llamarla con melancolía y desesperación -como podría esperarse debido a las circunstancias- "la madre de todos los sentenciados a muerte", él fijó los ojos por fe en su Juez, y antes de que ella diera a luz su primogénito, la llamó con esperanza "la que vive". Ciertamente, la fe fue para él "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11: 1).

08 agosto

Génesis 3:19 "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra"

"Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3: 19).

Con el sudor de tu rostro
Se expresa ahora vívidamente el arduo esfuerzo que había de añadirse a la gravosa vida del hombre. Esto se refiere específicamente al agricultor que debe vivir arrancando de una tierra mal dispuesta el alimento para sí mismo y su familia, pero se aplica igualmente para todos los otros oficios. Desde la caída de Adán, todo lo que gane el hombre se puede alcanzar sólo mediante un esfuerzo.

Con todo, debiera reconocerse que este castigo fue en realidad una bendición para los seres pecadores. Cuando un hombre trabaja, es mucho menos probable que peque que cuando pasa sus días en la ociosidad. El esfuerzo y el trabajo desarrollan el carácter y le enseñan humildad al hombre y cooperación con Dios. Esta es una razón por la que la iglesia cristiana generalmente ha encontrado sus más leales adherentes y sustentadores en la clase trabajadora. El trabajo, aun cuando sea arduo, no debiera ser despreciado, porque hay una bendición en él.

Hasta que vuelvas a la tierra
El Señor informó a Adán que la tumba era su destino cierto. Así entendió el hombre que el plan de la redención (Génesis 3: 15) no impediría la pérdida de su vida actual, sino que le ofrecía la seguridad de una vida nueva. Con el cambio ocurrido en la naturaleza de Adán y Eva -de inmortalidad condicional a mortalidad- comenzó el cumplimiento de la horrenda predicción: "El día que de él comieres, ciertamente morirás". Dios, obrando con misericordia, concedió al hombre un tiempo de gracia; de lo contrario la muerte habría ocurrido inmediatamente. La justicia divina requería que el hombre muriera, pero la misericordia divina le concedió la oportunidad de vivir.

31 julio

Génesis 3:18 "Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo"

"Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo" (Génesis 3: 18).

Espinas y cardos

Antes de la caída, la tierra producía sólo plantas que eran útiles como alimento o bellas para recrear la vista. Ahora había de producir también "espinas y cardos". El trabajo aumentado, necesario para cultivar la tierra, incrementaría la aflicción de la existencia del hombre. Tenía que aprender, por amarga experiencia, que la vida apartada de Dios, en el mejor de los casos, es dolor y aflicción.

Comerás plantas

El castigo divino implicaba también un cambio parcial en el régimen alimentario. Es evidente que debemos deducir que los cereales, frutas oleaginosas y otras frutas que recibió el hombre originalmente se redujeron tanto en cantidad y calidad, como resultado de la maldición, que el hombre se vio obligado a recurrir a las plantas para su alimento diario. Este cambio también podría haberse debido, en parte, a la pérdida de ciertos elementos procedentes del árbol de la vida, a un cambio en el clima y quizá, principalmente, a la sentencia del duro trabajo del hombre para ganarse el sustento.

26 julio

Génesis 3:17 "Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer..."

"Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3: 17).

Por cuanto obedeciste
Por primera vez se usa aquí el sustantivo "Adán" como un sustantivo propio sin el artículo -hecho que no se advierte en la VVR, donde ha'adam, en los caps. 2: 19, 23; 3: 8, 9, se traduce como un nombre personal, aunque el artículo, en cada caso, indica que la palabra se usa en el sentido de "el hombre". Antes de pronunciar sentencia, Dios explicó por qué ésta era necesaria y adecuada. Adán había procedido de acuerdo con los persuasivos argumentos de Eva, poniendo la palabra de ella por encima de la de Dios. Así había retirado de Dios su afecto supremo y lealtad, perdiendo legalmente las bendiciones de la vida y aun la vida misma. Al exaltar su voluntad por encima de la voluntad de Dios, Adán debía aprender que independizarse de Dios no significa colocarse en una esfera más excelsa de existencia sino separarse de la Fuente de la vida. De ahí que la muerte le mostraría la completa falta de valor de su propia naturaleza.

Maldita será la tierra
Debiera notarse otra vez que Dios no maldijo ni a Adán ni a su esposa. Tan sólo fueron pronunciadas maldiciones sobre la serpiente y la tierra. Pero Dios dijo a Adán: "Maldita será la tierra por tu causa".

Con dolor comerás
La misma palabra que había sido usada para expresar los sufrimientos relacionados con el parto (Génesis 3: 16), ahora se usa para informar a Adán de las dificultades que encontraría al sacar a duras penas un mísero sustento de la tierra maldita. Mientras viviera allí, no tendría esperanza de que se aliviara esto. La expresión "todos los días de tu vida" es la primera indicación de que vendría con seguridad la muerte aunque ese hecho se pospondría por un tiempo.

21 julio

Génesis 3:16 "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera... "

"A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti" (Génesis 3: 16).

Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces
En el mismo principio se le había ordenado al hombre: "Fructificad y multiplicaos" (cap. 1: 28). De ahí que los embarazos tenían el propósito de ser una bendición y no una maldición. Pero la entrada del pecado significó que de allí en adelante la preñez sería acompañada por el dolor.

Con dolor
Ciertamente, los dolores del parto iban a ser tan intensos que en las Escrituras son un símbolo de la más tremenda angustia corporal y mental:

"Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos" (Miqueas 4: 9, 10).

"Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán" (1 Tesalonicenses 5: 3).

"La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo" (Juan 16: 21).

"Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento" (Apocalipsis 12: 2).

Tu deseo será para tu marido
La palabra hebrea shuq, "deseo", significa "ir en pos de algo", "tener un intenso anhelo de una cosa", lo que indica el más fuerte deseo posible por ella. Aunque oprimida por el hombre y torturada por los dolores del parto, la mujer todavía sentiría un intenso deseo por su esposo. Los comentadores están divididos en su opinión en cuanto a si ésta es una parte del castigo. Parece razonable concluir que este "deseo" fue dado para aliviar los dolores del sexo femenino y para unir aún más estrechamente el corazón de esposo y esposa.

El se enseñoreará de ti
La mujer había quebrantado su relación con el hombre, divinamente señalada. En vez de ser una "ayuda idónea" para él, se había convertido en su seductora. Por eso perdió su condición de igualdad con el hombre; él iba a "enseñorearse" de ella como señor y amo. En las Escrituras, se describe a una esposa como que es "poseída" por su señor. Entre la mayoría de los pueblos que no son cristianos, la mujer ha estado sometida, a través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud virtual. Sin embargo, entre los hebreos la condición de la mujer era de una clara subordinación aunque no de opresión ni esclavitud. El cristianismo ha colocado a la mujer en la misma plataforma que el hombre en lo que atañe a las bendiciones del Evangelio:

"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3: 28).

Aunque el esposo debe ser la cabeza del hogar, los principios cristianos llevarán al hombre y a su esposa a experimentar un verdadero compañerismo, donde cada uno está tan consagrado a la felicidad y bienestar del otro, que nunca ocurre que cualquiera de ellos trate de "enseñorearse" del otro:

"Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Colosenses 3: 18-19).