"Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto" (Génesis 3: 8).
La voz de Jehová Dios
Las visitas periódicas de Dios, hacia el fin del día, cuando suaves céfiros vespertinos refrescaban el huerto, siempre habían sido una ocasión de deleite para la feliz pareja. Pero el sonido de la aproximación de Dios fue entonces un motivo de alarma. Ambos sintieron que de ninguna manera se atrevían a encontrarse con su Creador. Ni la humildad ni el pudor fueron la razón de su temor, sino un profundo sentimiento de culpabilidad.
Las visitas periódicas de Dios, hacia el fin del día, cuando suaves céfiros vespertinos refrescaban el huerto, siempre habían sido una ocasión de deleite para la feliz pareja. Pero el sonido de la aproximación de Dios fue entonces un motivo de alarma. Ambos sintieron que de ninguna manera se atrevían a encontrarse con su Creador. Ni la humildad ni el pudor fueron la razón de su temor, sino un profundo sentimiento de culpabilidad.